Aunque los aviones se consideran la forma más rápida de viajar, esto no significa que sea agradable, y para algunas personas incluso se convierte en una tortura.
No solo el cuerpo tiene que lidiar con el desfase horario durante algún tiempo después de los vuelos, sino que el aparato vestibular también tolera tal pasatiempo extremadamente negativo, y cuando ocurre fuerza mayor, esto solo empeora las sensaciones y la situación.
Durante el vuelo, todo el cuerpo sufre (desde el proceso circulatorio hasta las vías respiratorias) , que puede causar ataques de asma e incluso hematomas profusos.
Algunas de las consecuencias físicas provienen de los problemas psicológicos que conlleva volar.
En una determinada zona de riesgo se encuentran personas con problemas del corazón, vías respiratorias, circulación sanguínea, aquellas que padecen enfermedades crónicas y tienen lesiones graves.